miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL PASEO DE MAICA POR LOS INFIERNOS

Cuenta el mito que un hijo del dios de los dioses, después de realizar suficientes proezas como para ganarse nombre y gloria, tuvo que someterse a doce sobrehumanos trabajos que pusieron a prueba su portentosa fortaleza.
El duodécimo y último de estos trabajos fue el más terrible: descender a los infiernos y capturar al perro Cerbero.
Ningún mortal había podido antes bajar al tenebroso reino de Hades y regresar para contarlo. Heracles, el héroe, el semidiós, sí lo hizo.
Bajó al Tártaro, habló con el dios del averno y asió por el cuello de tres cabezas a Cerbero; lo redujo con sus propias manos, evitando las mordeduras de sus cabellos de serpiente y los latigazos de su rabo cubierto de púas gracias a la piel de león que vestía, y se lo llevó no sin antes tejerse una corona con el árbol que Hades había plantado en recuerdo de una ninfa.
Es decir: Heracles hizo un paseo de una espantosa condena.

En septiembre pasado, de Maica García, ese prodigio de facultades físicas, se dijo que iba a estar de baja tres o cuatro meses como mínimo, aquejada de una endiablada infección. El sábado 25 de octubre, Maica ya jugó contra el Mediterrani y hasta se apuntó un golito.

Mañana le pregunto dónde tiene encerrado a Cerbero.

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