lunes, 14 de septiembre de 2009

OFICIO DE TINIEBLAS

Camilo José Cela (excesivo y premio Nobel de Literatura, no lo olvidemos) escribió: "Hay un oficio parabólico, un oficio de penitencia y soledad, un oficio contenido, un oficio sordo, un oficio de salvación por la huida, un oficio comestible. La nómina de los oficios es interminable, el conjunto de todos se llama oficio de tinieblas, que no es el infierno y sus demonios, aunque sí pueda parecer su paisaje y su máscara".
Pues bien, ahora se me antoja que éste que desempeño puede ser el oficio de tinieblas: una labor sorda, de salvación de la conciencia por la huida, un oficio comestible por su carne de letra y metáfora, de penitencia y soledad (tanta), un oficio parabólico que traza hipérboles sin acometer el centro. Una labor con todos los demonios que se remueven dentro, una recreación de este infierno en su paisaje y sus disfraces, un oficio de tinieblas.

Regreso.

Y debo detallar los episodios de un final de temporada que forma parte ya de las estadísticas. Todos los brazos, los desequilibrios, las ansias, todo el atrezo de los cien días. En suma, lo que somos hoy y que fue ayer casualidad.

"No y mil veces, no, no me cansaré de repetírtelo –vuelvo a CJC–: no aceptes pacto alguno y menos el que puedan ofrecerte los ángeles, no te pases al bando de los ángeles si no quieres ser señalado con el estigma del traidor...".

Dos glorias, dos. Dos coronas de laurel que me alimentan a mí. La primera, cómo no, la octava Liga para el Club Natació Sabadell. La segunda, el título europeo para el Vouliagmeni. Dos triunfos pero dos sentimientos distintos.
El nombre de la Liga sabadellense es Eli Gazulla. Resulta curioso que sea una exmediterranista la que contribuyese decisivamente a sellar la década de dominio del CNS y casi igualase aquella década de los años 90 de un Mediterrani intocable.
Gazulla, como en un relato épico, creció con su dolor. El fallecimiento de su padre no menguó su ánimo, su sentido del deber. Aquí, visto como un fabulador, hay una historia tremenda. Algún día tengo que contarla.
El Vouliagmeni es mi debilidad. Llevan años trabajando bien, muy bien, entrando siempre en la final four y merecían la láurea europea. Con el inconveniente de no poder disputar ninguna final four en su casa por no disponer de piscina cubierta, cada año veía escapársele el título por diferencias mínimas, por decisiones arbitrales, por el insoportable peso de la nada...
La temporada pasada, al fin, fue suya. Con la poderosa americana Van Norman en el centro, con Patri en la portería, con la cañonera Gerolimou, con la cada vez más fuerte y polivalente Asimaki, con la experiencia de Liosi, con Roumpesi convaleciente... Las de Kamenou se trajeron de todas las rusias una copa que premia su excelente waterpolo. Felicidades.

Por cierto, termino este primer capítulo del retorno con el pie de la obra Oficio de tinieblas, de CJC, en el que advierte: "Naturalmente, esto no es una novela, sino la purga de mi corazón".

No hay comentarios: