domingo, 17 de enero de 2010
LA SEGURIDAD DE NO SER COMPRENDIDO
Me preguntan por qué escribo como escribo. Me reprochan, con delicadeza, que les cuesta entender algunas frases, ciertos giros. Y luego, otros, los poetas consideran que centrarme en el waterpolo es demasiado prosaico para dedicarle un blog...
Releyendo al muy leído y muy poco comprendido Khalil Gibran (1883-1931), de quien bebe el superventas Paulo Coelho, he sonreído. En su compendio de fábulas titulado El Loco, aparece este primer cuento que da nombre al conjunto. Os lo transcribo.
"Me preguntáis cómo me volví loco. Así sucedió:
Un día, mucho antes de que nacieran muchos dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -sí; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete existencias distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:
-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!
Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas.
Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:
-¡Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité
-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me me robaron mis máscaras!
Así fue que me convertí en un loco.
Y en mi locura he hallado la libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser".
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