domingo, 7 de febrero de 2010
LAS 25 RAZONES QUE ME HACEN SABER QUE EL ASTRALPOOL GANARÁ EN ATENAS (XI)
UNDÉCIMO ARGUMENTO:
LAS VERDADES INMUTABLES CAMBIAN
Particularmente, me considero un lector ávido del párrafo. Es decir, que baso mis lecturas en lo que Roland Barthes definió como el "placer del texto", y de ahí extraigo pensamientos, ideas, sensaciones que traslado a este raro blog. Sin embargo, reconozco que existe otro tipo de texto que proporciona sorprendentes regalos para la mente. Ya cité el del cosmólogo Mario Livio, 'La proporción áurea', y ahora lo traigo de nuevo a colación.
Livio plantea la discusión sobre la presencia o no del número phi (proporción 1,618) en las pirámides de Gizeh, concretamente en la gran pirámide de Keops, erigida hacia el 2.500 a.C. Crítico con la corriente pseudomística que él denomina 'piramidología', Livio descarta que los egipcios conocieran en aquella época este número irracional, desarrollado por los geómetras griegos en el siglo IV a.C.
Con todo, entre las teorías a favor y en contra, cita de pasada un artículo de Kate Spence, publicado en Nature en el 2000, que me parece delicioso y que atraigo a mis argumentaciones. Spence, profesor de Cambridge, utiliza para datar con precisión la gran pirámide ¡la variación del polo norte celeste!
Uno, que se reconoce lego en estas cuestiones astronómicas, pensaba que la referencia de la Estrella Polar para ubicar el norte era fiable desde siempre y para siempre. Pero leyendo esta cita me doy cuenta de que lo único permanente es que hay algo desconocido y superior que parece jugar con nuestros conocimientos, con los referentes que nos hacen sentirnos seguros. Por eso, esta reflexión va dedicada a quienes creen saber de waterpolo y vaticinan una derrota en Atenas el próximo 20-F por inercia, con la misma seguridad con la que señalarían a la Estrella Polar como referencia inequívoca del norte.
Kate Spence, recogiendo un método del astrónomo decimonónico John Herschel, recuerda que las pirámides de Gizeh fueron construidas en una clara orientación sur-norte, algo que nadie discute a pesar de que esta alineación difiere algo menos de tres minutos de arco del eje sur-norte. Imprecisión ésta despreciable y lógica para una obra edificada hace 3 mil años, dirán los sapientes. Pues no, señores vaticinadores, se equivocan.
Los constructores egipcios orientaron exactamente sus colosales obras, lo que ocurre es que el eje de la Tierra, con el que se alinea el polo norte celeste (la Estrella Polar), no está fijo, sino que al girar el eje de la Tierra por el movimiento de rotación el norte terrestre se bambolea respecto al celeste, trazando un amplio círculo cada 26 mil años. La consecuencia de este círculo es que la Estrella Polar es un referente móvil en el tiempo y que la ligera variación de las pirámides en su orientación hacia el norte es atribuible a ese imperceptible cambio del eje de la Tierra que se va produciendo poco a poco y durante 26 mil años, y que hace que el cielo que veían los egipcios fuese algo distinto al que vemos nosotros hoy en día.
La medida de esta variación respecto a nuestra actual línea sur-norte le servía a Spence para calcular con exactitud cuándo fueron edificadas las pirámides y a nosotros nos sirve para reforzar nuestras dudas respecto a los vaticinios lógicos e inmutables de los augures que todo lo saben por inercia. Así que el 20-F el Astralpool desde luego que puede ganar en Atenas.
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