viernes, 6 de febrero de 2009

YO TAMBIÉN BUSCO FANTASMAS

Donald Angus MacLean conduce un coche rojo destartalado por las carreteras de la isla escocesa de Skye. Son carreteras o delgadas líneas que se difuminan en la brumosa y desnuda espalda de aquellas tierras aletargadas. A sus ochenta años, Angus, que siempre amó a las mujeres, conduce entre recuerdos, fotografías antiguas y su propia desaparición. Busca fantasmas.

Donald Angus MacLean recorre la isla circundada por espumas para recoger testimonios, palabras sobre apariciones, psicologías. Las gentes, que siempre han nacido de aquellas playas negras de frío y de algas y de aquellos desmontes sin fondo, le cuentan la historia de una luz que salió del mar y trepó hasta el cementerio del otero. O la cierta premonición luego cumplida de que una niña iba a ahogarse en el loch. O el matrimonio ligado por los silencios mutuos y los inviernos atroces que se refiere en frases cortas y alternadas a aquel coche fantasma con tres mujeres y dos niños que se precipitaron al mar, en un fatídico suceso que conmocionó al pueblo.Donald Angus MacLean se acompaña del trote cascabel de un perro y baja a la orilla del mar a recordar lo hermosa que fue su mujer, Nina, víctima de un Alzheimer y una muerte cruel. Rebusca en la marea baja la piedra preciosa del instante, el tiempo pasado y recuperado en un olor, una intuición, una historia. Atiende siempre a los fantasmas.

Donald Angus MacLean es mi otro yo. La intermitencia del sol y el devenir despacioso, armónico y quieto de las imágenes y las palabras componen un paisaje al fin sin tribulaciones. Yo también busco fantasmas y atiendo a las historias escondidas. Soy Angus.Él, bajo una bóveda celeste a punto de precipitarse, colecciona relatos de otra sensibilidad. No se trata de los manor derruidos, ni del zigzag de las sendas, tampoco de ese mar hecho de cuchillos de carbón. Se trata de darle la vuelta a la existencia y de engañar al reloj, de recortarle un largo jirón de vida a una vida y de mostrar su imperceptible relieve. Se trata de un documental, Second Sight, de la canadiense Alison McAlpine. Para poetas.

No hay comentarios: