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martes, 3 de noviembre de 2009

A PROPÓSITO DE JULI


Toda apariencia es errónea, sólo la mente puede alcanzar a comprender la realidad. Y ésta no es otra que un absoluto presente, una indestructible afirmación del mundo: lo que existe es, y nada puede alterarlo ni destruirlo.
De manera que, bajo el prisma del pensamiento del gran Parménides de Elea, toda la palabrería que se levanta como una torre del pensamiento no es otra cosa que polvo, vestidura invisible que se lleva el viento. Inútiles esfuerzos humanos por sentirnos menos frágiles.
Julián García era Juli en el Sabadell, un chico de casa. Creció en el equipo de los Garcías, creo recordar que había al menos cuatro jugadores con este apellido, y tuvo su alternativa en el absoluto cuando aún era juvenil. De la mano de Silvestre, se vio marcando a boyas que abultaban tres veces su espigado cuerpo, controlando en el eje del ataque.
Pasó muchísimas tardes en la piscina de Can Llong entrenando a centenares de chavales. De ello deduzco que es un muchacho responsable, capaz y competente. Nunca oí que generara algún problema. Por todo eso, me supo mal que optara por seguir a Manel cuando algo se desgarró en el Club por su mal gestionada salida. Pero creo intuir que no hizo otra cosa que seguir a su padre deportivo, y eso le honra como persona.
Ahora me alegro de que pueda jugar con el Navarra, equipo por el que ha seguido optando, que tan bien le ha acogido y que le está permitiendo progresar como waterpolista. Las trabas burocráticas, los derechos de formación, las hipotecas del espíritu son eso precisamente: cadenas, barrotes que dice Silvestre.
Un club deportivo no puede hacer otra cosa que formar waterpolistas, es su razón de ser. Y formar/educar es, en el fondo, dotar de autonomía al educando. La única recompensa del formador es comprobar que ha hecho bien su labor. Y el Juli ha demostrado calidad en el agua y fuera de ella. El Club puede estar orgulloso.
Y ésta es la única verdad, la espléndida realidad. Lo que existe es, y nada puede alterarlo ni destruirlo. Ni siquiera toda la palabrería que podamos inventar. Disfrutemos de un jugador que, aunque rinda aparentemente para el Navarra, existe para el bien del waterpolo.

jueves, 22 de octubre de 2009

MATI ORTIZ, LIENZO DE ZURBARÁN

A veces a uno le sobrevienen fogonazos, imágenes que se incrustan en la retina y evocan un torrente de sugerencias. Así, tenía yo archivada en esa memoria visual la elegancia casi inmóvil de Mati Ortiz mil veces captada por la cámara de Lluís Franco, cuando leyendo sobre Francisco de Zurbarán, se me apareció Mati como un lienzo del pintor barroco.
Tiene Mati la luz primordial, la chispa del hábito que visten las cosas más sencillas, el color humilde y atezado, pero dignísimo de un siglo de pobres, de frailes y de iluminados, “hijos todos del mismo barro español”, como señala Jiménez Losantos en ‘Los nuestros’ sobre Zurbarán.
La obra del maestro extremeño es una operación de rescate de esa luz primordial, reflejada en los hábitos de los monjes, en las auras luminosas de sus inmaculadas, en los pardos de sus vasijas, incluso en los rostros que brotan de un cierto tenebrismo que les confiere un aspecto más de estatua que de pintura. Las figuras de Zurbarán son apariciones, una realidad elevada a lo sagrado.
En la tranquila efectividad de Mati reside la misma técnica. Su juego sin aspavientos pero profundo como una oración interior, la eleva. Es una figura que emerge del molino del agua con la sencillez de lo pertinente, con la luz primordial de lo esencial. Mati tiene esa paleta dulce que amortigua la contienda deportiva.
A uno le parece que la maestría de Zurbarán está detrás de esa expresión elevada de Mati. Cuando tranquiliza, cuando pasa, en el lanzamiento, cuando defiende en los dos metros. Como una de esas inmaculadas que, presente en un mundo que de por si hace mejor, mantiene la mirada en un punto infinito. Mati, en su luz primordial, mejora siempre el juego del equipo sin abandonar su sencilla inmanencia.

miércoles, 14 de octubre de 2009

MATEO CELMA O EVOCANDO A AIMÉ CESAIRE


«El olvido crece a orillas de un río turbulento. / Del río se ignora dónde nace / y el sitio donde desemboca./ Su nombre es breve, / pero nadie es capaz de recordarlo».

El río también pueden ser los días, el río de Heráclito nunca es el mismo, porque el tiempo son los días y el agua es la mudanza que se expresa fluida, en movimiento. Y la poesía es una botella, un mensaje que se lleva la corriente, una voz, quizás una letanía, tan similar al rumor del mar que se oculta entre sus pliegues.
Transparencia. Ausencia. La brecha que tiene el vacío cuando sentimos el desnivel de esperar ver a alguien y no está. De pronto, la orilla y el olvido, que dice el poeta Francisco Hernández en el pie de este texto. Viva recomendación de que lo leas, lector que me has seguido hasta aquí: Palabras más, palabras menos (Pretextos), o bien Imán para fantasmas (Ediciones Era, México).
Por cierto que este último poemario bien encaja para hablar de Mateo Celma, cuya ausencia en el Sabadell me ha dado ese desnivel, la brusquedad del vacío. Mateo Celma es Aimé Cesaire, el poeta al que da voz recreativa como ventrílocuo el también poeta Hernández.
Más allá de Salvador Díaz Mirón y Rubén Darío, de quienes bebe hasta la imitación, Hernández se refugia en la Veracruz de la infancia, en la isla antillana originaria que revisita Cesaire en su «Cuaderno de un regreso al país natal» y que le revuelve y le reinventa. Entonces Mateo Celma sería el mar azul que daña de tan azul, sería el palmeral repleto de cocos como palabras redondas y preñadas de zumos blancos, de zumos verdes, de zumos rojos. Celma sería Cesaire evocado por Hernández, Celma sería el olvido recordado, el intenso presente que se hizo de pronto pasado.
Amigo Mateo: tienes la consistencia de la luz. «El sol te cerca, te apaña, te seduce / provocándote una sed de Huída».
Amigo Mateo, te recuerdo bajo el sol siracusano –que sigue siendo sol aunque se diga luna de noche–, formando parte de la incursión sabadellense en Europa hace cinco años.
Amigo Mateo, te recuerdo expandiendo humanidad en la mañana estrangulada y con minarete de Split, cuando, como un drama, se había derrumbado el equipo frágil y joven ante el contundente Vouliagmeni.
Amigo Mateo, te recuerdo haciendo esperar media hora, una hora, en el autobús al deífico Orizzonte de Catania, con todas sus diosas enojadas, a la salida del aeropuerto de Amsterdam. Querías fumar o te perdiste y apareciste con las risas.
Amigo Mateo, te recuerdo en cada una de las cinco ligas absolutas ganadas, en la fotografía de los títulos juveniles. En tu cabeza más allá de la pobreza del waterpolo por el waterpolo.
Amigo Mateo, te recuerdo dispensando cercanías o compartiendo admiración por el inclasificable Punset.
Pero ahora todo se dispersa. Ahora siento el desnivel. Ahora el equipo zarpa, mañana saldrá de viaje de nuevo, ya surca otra vez el equipo el mar de las hazañas. Me atrevo a poner en boca del equipo este poema de Francisco Hernández para Aimé Cesaire:

«Déjame recordarte las gastadas palabras de siempre,
los armarios que encierran la humedad de los puertos
y el sabor a betel que dejas en mis labios
cuando desapareces en el aire.
Déjame tender tu cabello a la sombra
para que la penumbra madure como el día.
Déjame ser una ciudad inmensa, un bote de cerveza
o el fruto desollado ante la espiga.
Déjame recordarte dónde me ahogué de niño
y por qué hace brillar mi sangre la tristeza.
O déjame tirado en la banqueta, cubierto de periódicos,
mientras la nave de los locos zarpa
hacia las islas griegas».

lunes, 16 de febrero de 2009

LA IMAGINACIÓN O SAMANTHA

“Mi corazón está brotando flores en mitad de la noche”, dice el poema azteca; “mi imaginación está brotando waterpolo en mitad de la nada”, recita Samantha Miquel, una jugadora que se distrae de la vulgar inercia y que está rozando las orillas de la “música callada”.

En mitad de la pobreza de la mecánica, Samantha se hace efervescencia, en el lado oculto de la pizarra. Allí donde el ojo se entretiene, en el foco ciego de la pelota, ocurre casi siempre la nada. Y oculto por esa extensión de la nada, en mitad de la noche, de pronto un corazón está brotando la jugada, la flor de la creación.

Samantha, una mujer que se distrae del dinamómetro y de la hélice de las espumas, se juega el todo por el todo buscando el reverso del waterpolo. Samantha está en el fragor, pero habita el silencio, la plenitud del silencio, la “música callada”. Y en su vacío pleno halla la respuesta: el movimiento, el amago, la mirada, el pase.

“Mi corazón está brotando flores en mitad de la noche”, más allá del análisis, en el reverso de lo razonable. Para que triunfe la imaginación, dice Octavio Paz, preciso es anular la vigilia de lo preceptivo. Samantha Miquel muestra/oculta los resortes de la imaginación y nos creemos que el waterpolo nace solo, del chisporroteo del agua y las jugadoras, ebrio de sí y de su reunión de cuerpos y pugnas. Pero no: la fuerza creadora reside en la mujer que pronuncia la flor del juego.

Una urna transparente se desplaza invisible por la piscina, ordenando el caos y sus titanes, y la fragilidad tiene su expresión ausente: Samantha lee, no está aquí, sino donde el original del waterpolo se deposita. Fragilidad que pone en marcha la delicadeza del original. Samantha lee “mirando con mirada impasible la punta de su nariz”, tan dueña de sí, tan dueña de todo. Voluntad creadora.

jueves, 27 de noviembre de 2008

NAKORIAKOV O LA COLERA DE DIOS


«Fue hombre de casi cincuenta años, muy pequeño de cuerpo y poca persona; mal agestado, la cara pequeña y chupada; los ojos que si miraban de hito le estaban brillando en el casco, especial cuando estaba enojado».
Diego Velázquez, describiendo a su coetáneo Lope de Aguirre, es como una cerbatana: primitivo y certero. Revela del conquistador rebelde e iluminado que nunca dormía, que siempre le hallaban velando, como un mal esquinado, y que si hacía sufrir no era porque él mismo no se exigiera los más pesados trabajos. «Muchas veces andaba con dos cotas bien pesadas, y espada y daga y celada de acero, y su arcabuz o lanza en mano...».
La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, y su misma descripción, se me antoja un paralelo del sargento de hierro Mijail Nakoriakov, el entrenador del Uralotchka, el El Dorado waterpolista de la lejanísima ciudad de Zlatoust, en la línea divisoria de Europa y Asia.

El historiador Blas Matamoro, en la excelente monografía 'Lope de Aguirre. La aventura de El Dorado', sintetiza esta controvertida figura en una frase: «La historia ha sido avara con Lope de Aguirre. La leyenda, generosa». La aventura equinoccial de Lope de Aguirre es la aventura esteparia de Nakoriakov.
En ambos personajes confluyen elementos feroces y de fin de mundo. Aguirre forma parte de la leyenda negra en la América del siglo XVI, en cuya selva amazónica ejerció de tirano de tiranos; a Nakoriakov le he visto hacer llorar a jugadoras tan duras y experimentadas como Petrova, una auténtica gladiadora de las piscinas, por ganar 'sólo' por 12-7 al Sabadell en las semifinales de Copa de Europa disputadas en Plzen en el 2001. Allí mismo, en la reunión técnica previa, a la que asistió impertérrito durante la primera media hora, sólo rompió su silencio para exigir: "in russian". Organización y delegado LEN se excusaron y repitieron sendos discursos en la lengua del imperio del Este.

Pero sucede que a menudo, cuando se retrata, se cae en la caricatura.

Lope de Aguirre tuvo un sueño que se dio en llamar El Dorado, un país de oro que se escondía en la maraña de la selva, y se hizo su ejército (los 'marañones') y sus lealtades y traiciones para conquistarlo. Nakoriakov quiso construir un gran equipo de waterpolo a partir de la nada de los Urales. La determinación, el carácter, la vesania de un hombre arribado del mundo del fútbol y con métodos absolutamente propios le han convertido en leyenda viva.
«Siempre será héroe de leyenda ese Lope de Aguirre, segunda encarnación de Atila: poéticamente salvaje, sin temer a nada y no vacilando ante una hecatombe» (Ciro Bayo).
Cuando escuchaba en Siracusa, gracias a la traductora al italiano que acompañaba al Uralotchka en aquella final four de Copa LEN del 2004 en la que el Sabadell terminó tercero, cuando le oí, digo, que hacía entrenarse a sus jugadoras practicando hockey sobre hielo en los plutónicos inviernos de la estepa, me sucedió como a Shanti Andía, de Pío Baroja, cuando leía las aventuras de Lope de Aguirre: «Me producía un poco la sensación que produce a los niños el guiñol cuando apalea al gendarme y cuelga al juez. A pesar de sus crímenes y sus atrocidades, Aguirre, el loco, me era casi simpático».
– ¿Y no le parece excesivo, míster?
– A veces se rompen una pierna o un brazo. Pero el hockey las hace duras, más fuertes.
Y la milenaria ciudad de Siracusa acusaba un desmayo de luz o un atardecer en el agua griega de la piscina Paolo Caldarella.

Pero este sargento de hierro no es más que un hijo radical de la Rusia moderna y de siempre: potente, dramático, curtido y, sin embargo, sentimental. Nakoriakov, la voz del trueno, apareció en el vestíbulo del Park Hotel de Siracusa, en la citada final four, uniformado del Real Madrid y profiriendo algo parecido al 'hala Madrid, hala Madrid'. Fue en ese momento relajado tras la cena, cuando Xavier Balaguer, Mateo Celma, Miquel Martínez, el entrenador del Polar Bears holandés y yo mismo compartíamos una tranquila tertulia. Todavía me parece estar escuchando el estropicio de risas y chanzas.
Era, sin duda, su manera de aproximarse, de trabar relación, y también, claro está, de evitar en lo posible una hipotética componenda entre Sabadell y Polar Bears que habría perjudicado a su equipo. Pero, a fin de cuentas, descubrimos que Nakoriakov era humano.

Como Aguirre, Nakoriakov tiene un demonio que le anticipa sus acciones y que le confiere esa apariencia de tirano, de iluminado, de raza de leones. En la rebelión tan peculiar y visceral de Lope de Aguirre hunde su fiereza Nakoriakov.
El conquistador y rebelde vasco se alza contra los fastos del imperio apoyado en sus marañones. El Uralochka de Nakoriakov es un virreinato nacido en los confines cuya sola existencia supone una rebelión contra el waterpolo moscovita y petersburgués, contra el imperio del petróleo, contra las influencias y las infamias.
Orgulloso, estentóreo, dominador, capaz, enérgico, firme, activo, intrépido, ambicioso, tenaz, hiperemotivo, asocial. Lope de Aguirre/Nakoriakov puede dar la impresión de ser un loco, que la leyenda suele ser excesiva e implacable con los heterodoxos, pero es sólo una anomalía en un mundo generalmente mediocre y plano.

Y sucede, además, que a menudo, cuando se retrata, se cae en la caricatura.

lunes, 17 de noviembre de 2008

ANTIGONI ROUMPESI O EL INSTANTE POETICO (Variacion a partir de un texto critico de Octavio Paz)


No es un azar que su primer libro se llame Colores en el mar: su poesía está bañada por un sentimiento luminoso, fresco, fragante: la humildad. También por el asombro y la alabanza a la vida. Carlos Pellicer escribió transparente.
Antigoni Roumpesi, como la poesía de Carlos Pellicer, no guerrea ni tensa: canta. Uno de los grandes regalos que hace al espectador y al waterpolo es su canto impoluto, el cristal de su facilidad, su inspirada presencia. Un color en el mar.
Antigoni se pasea por la costa nocturna de la piscina "con tijeras podadoras de estrellas y de espumas", corta las flores de coral del árbol del juego y enciende la ardiente constelación de luces rojas, verdes, blancas y azules de un partido. Es una inspirada del gol.
Antigoni Roumpesi no es una waterpolista, sino un instante poético. A fuerza de ensalzar la técnica y la táctica, se ha olvidado que la esencia del waterpolo es la inspiración, un manar interior, canto que brota de una alegría interior y lúdica. Toda la obra de Pellicer es magia, continua donación, un surtidor de alegrías, gran bocanada de salud.
Los poemas de Pellicer y el juego de Antigoni son instantes poéticos. Por eso, aun en sus momentos menos logrados, siempre es posible rescatar dos o tres versos, dos o tres lanzamientos, sorprendentes e inolvidables. Esos hallazgos se producen con la naturalidad con que da rosas el rosal, esperanza las luciérnagas.
"Trópico, ¿para qué me diste / las manos llenas de color? / Todo lo que yo toque / se llenará de sol. / En las tardes sutiles de otras tierras / pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol" (Deseos, en Seis, siete poemas).

Es posible que haya jugadoras o poesías más perfectas, más densas y dramáticas, más incisivas y espectaculares, pero ninguna tiene su inspiración, su deslumbrada y deslumbrante sensualidad. Su armonía nos devuelve la fe en la alegría.
Con un candor jubiloso, su presencia sola parece querer ordenar el mundo, la piscina, el mundo del partido. Y nos hace recordar que en los primeros tiempos este orden era el del juego, que sólo después empezó a ser una construcción monumental de tácticas y costumbres. Antigoni es ese orden armonioso y perfecto del origen, esa inspiración de Fidias. Antigoni crea una composición delicada y tierna y una mitología de los elementos primigenios del waterpolo: una sorpresa y una unción para el espectador.
El ojo que la contempla se embriaga ante su mitología. Parece que ella, abandonada a sí misma, ensimismada en su juego, hable en sueños. Y entonces es cuando, como decía Pellicer, "el agua de los cántaros sabe a pájaros".
"El agua entera se amotina / a vuestros pies hecha colores. / Y así vuestra sonrisa cae / como una cinta sobre el agua". (La Aurora, en Seis, siete poemas).

Cuando las waterpolistas se traban y se entregan a la espuma de la brega y se demoran en los agarrones, Antigoni echa a volar. Y echa a volar con memorables imágenes de armonía, "con la alegría de aquél que regresa a su tierra con pájaros nunca vistos" (Octavio Paz).
Esto mismo es la griega Antigoni Roumpesi: pájaros de las islas, blancas cigüeñas festoneadas de negro, aves misteriosas posadas en el hombro del poeta. Y todo con un aire de sencillez milagrosa.
Antigoni, como el poera mexicano Carlos Pellicer, asciende, pues su natación poética es un vuelo. Su juego es el repentino y pródigo florecer de un temperamento próximo al Olimpo, astral y perfecto, divinal y ágil, como un vuelo.
Sus ciudades son la Atenas de Fidias, la Atenas de Atenea, la Atenas de Pericles, la Atenas de Platón y las ideas. El mundo moderno es absurdo, feo, rutinario. Ella recoge un pensamiento, una idea y traza un lanzamiento eterno y hermoso, de otro tiempo y lugar más delicados. "Los fonógrafos repiten lo que oyeron / y los héroes van aún a caballo"...
Frente a la fealdad de los partidos presentes, ella esgrime "las palabras iguales para cantar el Mundo", los movimientos y la presencia modélicos. Así, el mundo que nos entrega es más fresco e inocente, sin polvo ni sangre ni odio, acabado de nacer.

In English:
http://waterpoloellaseng.blogspot.com

miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL PASEO DE MAICA POR LOS INFIERNOS

Cuenta el mito que un hijo del dios de los dioses, después de realizar suficientes proezas como para ganarse nombre y gloria, tuvo que someterse a doce sobrehumanos trabajos que pusieron a prueba su portentosa fortaleza.
El duodécimo y último de estos trabajos fue el más terrible: descender a los infiernos y capturar al perro Cerbero.
Ningún mortal había podido antes bajar al tenebroso reino de Hades y regresar para contarlo. Heracles, el héroe, el semidiós, sí lo hizo.
Bajó al Tártaro, habló con el dios del averno y asió por el cuello de tres cabezas a Cerbero; lo redujo con sus propias manos, evitando las mordeduras de sus cabellos de serpiente y los latigazos de su rabo cubierto de púas gracias a la piel de león que vestía, y se lo llevó no sin antes tejerse una corona con el árbol que Hades había plantado en recuerdo de una ninfa.
Es decir: Heracles hizo un paseo de una espantosa condena.

En septiembre pasado, de Maica García, ese prodigio de facultades físicas, se dijo que iba a estar de baja tres o cuatro meses como mínimo, aquejada de una endiablada infección. El sábado 25 de octubre, Maica ya jugó contra el Mediterrani y hasta se apuntó un golito.

Mañana le pregunto dónde tiene encerrado a Cerbero.

viernes, 17 de octubre de 2008

DAVID VIDAL, EL KAMIKAZE QUE QUIEREN OLVIDAR

Engullendo nubes y brumas,
dispuesta a atravesar el camino
de la montaña de los crisantemos
(Kikusha-ni)

Kamikaze (viento divino) fue el nombre que los japoneses le dieron a los tifones que en 1273 y 1279 salvaron al Japón, dispersando la flota de invasión de Kublai Khan. Siete siglos más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, se llamó kamikazes o shimpus a los pilotos de avión entrenados para realizar misiones suicidas.
Nunca fue bien visto fuera del Sabadell, pero lo cierto es que contribuyó de forma decisiva al crecimiento del equipo sabadellense. Fue el eslabón de la cadena que conectó el trabajo con la cantera iniciado por Miquel Martínez con aquel conjunto campeón bautizado como 'las chicas de oro' y que luego moldearían Rupert Navarro y Xavier Balaguer.
David Vidal fue un kamikaze del waterpolo. Lo recuerdo de niño, cuando jugaba en las categorías inferiores del Club y destacaba por su agresividad, por su hambre de victoria, por su determinación. Era un pequeño samurai.
En 1996 cogió las riendas de un equipo femenino que llevaba una década larga de subcampeonatos: el Mediterrani era su pesadilla. David supo aprovechar la entrada de esa generación del milagro, encabezada por Mercè Vallès, la mezcló con orden con la vieja guardia de Sara Hidalgo, Isabel Bonet, Blanca Yubero o Montse Casanovas, se trajo a Patricia del Soto de las filas del enemigo y, cuatro años más tarde, el Sabadell conquistaba su primera Liga.
Vidal fue un kamikaze, con las ideas muy claras de lo que quería: una pauta. Y la pauta era inquebrantable. El Sabadell era una máquina, un ingenio programado para no fallar. El entrenador exigía concentración, una nueva época, y sus jugadoras le seguían lealmente en ese código de honor.
Tal y como dejara escrito el segundo teniente Suszuk antes de despegar en su misión sin retorno, «hay personas que amamos, en quienes pensamos y muchas memorias inolvidables. Sin embargo, con eso no podemos ganar la guerra».
Nunca fue bien visto David Vidal fuera del Sabadell, cuyo equipo femenino patronó hasta el año 2001. Nunca fue bien visto, pero ganó la guerra. Después de ganar la segunda Liga consecutiva, decidió marcharse por circunstancias vitales y personales. Había cumplido con su seppuku (suicidio por honor).
Los historiadores serios puntualizan que los kamikazes no actuaban de manera irracional, sino que se presentaban voluntarios y conscientes de lo que hacían, siguiendo un entrenamiento exhaustivo y entregando la vida por el bien de la patria. Respondían a un sentido del honor hasta el límite, a una cultura que consideraba ese acto de entrega máxima como un símbolo de belleza por sobrepasar el límite de lo humano.
Vidal tenía su propio ideal máximo, la victoria.
Le recuerdo en la localidad checa de Plzen, en la fase semifinal de la primera participación del Sabadell en Copa de Europa, en el 2001. El Sabadell perdió con el Uralotchka ruso, ganó al equipo local y perdió en el choque decisivo con el Szentes húngaro por un gol, en un partido de infarto que clasificaba para la final four. David fue expulsado. En la invisible jaula en la que se debatía aún horas después del pitido final, con una aparente calma de jardín zen, se adivinaban las nubes y brumas que engullía.
Atravesó el camino de la montaña de los crisantemos y dio saltos explosionado de alegría en la piscina Josep Vallès del Mediterrani, en junio de ese mismo año, con la segunda Liga. Llegó a los crisantemos y desapareció envuelto en una bruma de pétalos blancos para no volver más a las piscinas.
¿A cuento de qué le he devuelto a la vida deportiva? Para frenar el abuso del olvido, para al menos dejar humilde constancia de aquellos hechos, de aquel personaje.
Hoy mismo, consultando la página web de la Real Federación Española de Natación, alguien ha olvidado poner su nombre en la foto de la selección nacional que quedó cuarta en el Europeo de Sevilla'97, y de la que se hace noticia recordatoria (http://www.rfen.es/publicacion/noticias/noticia_desarrollo.asp?n=1743&i=). Están todos los nombres, delegada incluida, menos el de David Vidal, que aparece agachado, con su entonces excéntrico teñido. Porque llegó a ser segundo entrenador del equipo nacional.
Como nunca fue bien visto y como es la misma fotografía que aparece en el documentadísimo libro 'Historia del waterpolo español', de Juan Antonio Sierra, del que la Federación Española es colaborador y donde sí figuran todos los nombres, a uno le ha dado un cierto resquemor.
常にまで , David !

martes, 14 de octubre de 2008

EL CREACIONISTA SILVESTRE


En 1924, el poeta argentino Oliverio Girondo daba su personal clave para estar en el mundo: «Mirar con nuestros propios 'ojos' actuales el espectáculo cotidiano».
El ultraísmo/creacionismo de Oliverio Girondo tiene mucho de Manel Silvestre, y viceversa. La curiosidad cosmopolita, el sentido deportivo de la vida, el tono caricaturesco, la visión burlona y sarcástica cuando se encarna en cuervo. Brusco y siempre inteligente, barroco, anárquico y demoledor, y hasta desajustado. E idealista precisamente por todo.
El farol o los guantes, el tranvía o el bicarbonato, fetiches de los poetas de aquella irrepetible vanguardia de inicios del siglo XX, pueden ser el waterpolo, el sportman de hoy. Silvestre 've' el espectáculo cotidiano del waterpolo y hace de él el trasatlántico en el que viajan las emociones y también los patetismos.
Mira distinto el waterpolo, mira original el waterpolo.

«Pienso –escribe Girondo (Apunte callejero, en 'Veinte poemas para ser leídos en el tranvía'– en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...».

Y es que Silvestre es la Alejandría del waterpolo: una miríada de vídeos, de fotos, de apuntes. Como portero ya era así, expansivo, desbordado. Le ponía el alma y megabytes de datos en cada acción, y detenía los lanzamientos no sacando una mano providencial, sino un remolino de espumas, pelos, dientes, cuerpo, vídeos. Era un portero torrencial.
Ahora lleva años soltando lastre por miedo a estallar, enseñando como entrenador, creando un blog (http://elcuervowaterpolo.blogspot.com) que es como un zigurat, un mosaico de materiales que se eleva hasta el cielo.
Y es también un desafío, a los dioses. Youtube le ha derribado con el rayo, pero Silvestre, tozudo, ha vuelto a su titánica tarea.
«...en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes...».

Excesivo. Desafiante por idealista. Silvestre ha venido a demoler la vieja literatura y la retórica anquilosada de federaciones, directivas, colegios, dioses virtuales. Porque conoce, porque respira el waterpolo, más que nadie.
Jorge Luis Borges –al que aquí coloco como voz oficialista, que me perdone– le hizo una reseña crítica en 1926: «Es innegable que la eficiencia de Girondo me asusta... me he sentido provinciano frente a él». Y más: «Girondo es un violento. Mira largamente las cosas y de golpe les tira un manotón. Luego las estruja, las guarda».
Hace de sus equipos un 'cenáculo fraternal' o 'sociedad sin normas', en los que las guías son el respeto a sus miembros, la fe en la creatividad y el desafío a la convención.

Su manejo de los partidos forma parte de su vaciado. Silvestre entero inunda las aguas y los rebosaderos y salpica a los árbitros y se contagia al público y resuena en los techos con goteras. Silvestre se hace capitán de barco con altavoz y se hace espía, provocador y amigo, enemigo y compañero de juegos. Todo lo lleva dentro y todo lo vacía. Lleva la tensión eterna de la dialéctica entre pasión y razón que ya dijeran los griegos, Aristóteles y los dos caballos de la persona.
Y sucede que Silvestre, además de ser Girondo, parece Walter Matthau: grandón, manotón, con las camisetas rendidas en su lucha por caer bien, y la mirada escéptica, socarrona, irónica. Ante Silvestre-Matthau nos incomodamos, primero porque es inabarcable y segundo, porque no sabemos que es bueno y sosegado.
Excesivo, desafiante, idealista. En Buenos Aires todavía se comenta cómo, en 1932, Girondo recorrió la ciudad en una carroza funeraria con un espantapájaros enorme de papel maché para publicitar su libro de poemas titulado 'Espantapájaros (al alcande de todos)'.

En este recomendable libro para lectores sin prejuicios se puede encontrar una perla entre los miles de mondadientes acumulados: «La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona las sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles».
A Silvestre le he conocido yo señalando arcángeles desde que llegó a Sabadell en 1994, pero mordiéndose la lengua, no por falta de coraje, sino por lealtad a un club, por no sacar a pasear a los vergonzantes espantapájaros de aquí. Y por querer quitar las telarañas de la costumbre salió del Sabadell amargamente.
«Por eso –aunque me creas completamente chocha– nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho a renunciar». Y Silvestre hizo caso a la abuela de Girondo usando ese derecho ante los espantapájaros del Sabadell.

Así que, Silvestre-Girondo, te leo y te releo en esa declaración de intenciones no exenta de ironía, santo y seña de tu modo de hacer: «Yo he optado, definitivamente, por lo sublime y sé, por experiencia propia que en la vida no hay más solución que la de sublimar, que la de mirarlo y resolverlo todo desde el punto de vista de la sublimidad».

martes, 6 de mayo de 2008

EL PRIMER ALDABONAZO DE AQUELLA CHICA DESGARBADA


El Sabadell, en aquella primera ronda de Copa de Europa que se disputaba en Split (Croacia) en febrero del 2002, se jugaba a priori en este primer partido la primera plaza del grupo ante un correoso Nancy francés. Inexpertas, las sabadellenses no encontraban su sitio en la que era su segunda participación en la máxima competición europea.
La veloz internacional gala Jenny Ritz había aprovechado el desajuste del equipo que entonces dirigía Rupert Navarro para colocar un 0-3 que se hacía más doloroso aún en el gélido ambiente de la piscina Poljud, una macroinstalación construida de cuando Yugoslavia para albergar los Europeos de natación, mucho panel metacrilato redondeado, mucha estética psicodelia, colores ocre y naranja, un subyugante monumento al anacronismo y, al mismo tiempo, centro donde se fragua una de las mejores canteras del waterpolo croata. Y Ritz clavando el tercer gol, primer cuarto, fruición del técnico Bachelier queriendo vengar las dos derrotas en 1999 y en 2001, en Nancy.
Pero apareció una chica de 18 años, con carita de despiste y brazos interminables. Una chica nueva que en su desgarbo y rabia –ya entonces era un ciclón agazapado en una apariencia candorosa– se sacó dos obuses y la fuerza para la remontada. El Nancy estalló en mil pedazos. El CNS se recobró a sí mismo y las Miquel, Vallès, Santos, Hidalgo o Domínguez, con Patricia del Soto en la portería, acabaron ganando 5-4 y, posteriormente, ganando todos los partidos y clasificándose en primer lugar para las semifinales.
Aquella chica tímida se llamaba Blanca Gil y aquel partido del 13 de febrero de 2002 fue, de algún modo, su primer gran partido internacional. El primer aldabonazo de la ahora bicampeona de Europa.

«¿NACIONALIZARME ITALIANA? NUNCA SE SABE»
Bicampeona de Europa, que significa dos veces campeona de la Copa de Europa, sin contar la Copa Len del año pasado con el Roma, tres trofeos consecutivos. Blanca Gil acaba de conquistar el máximo título continental con el Orizzonte de Catania en la piscina Nesima de la ciudad siciliana.
La euforia del conjunto que dirige Giusy Malato con esta séptima copa se entiende mejor tras la temporada en blanco que sufrió el año pasado. Y Blanca Gil como máxima goleadora de la fase y autora de cinco goles, el decisivo en la prórroga, en la victoria en la final ante el Vouliagmeni griego (14-13).
– Felicidades, Blanca.
– Gracias. En estos momentos pienso en todo el sacrificio y trabajo de este año, especialmente difícil para mí, sobre todo en las últimas dos semanas, con el fallecimiento de mi abuela, de la que no pude despedirme.
– Tercer título europeo consecutivo. Te vas a acostumbrar.
– Nada de eso. Las sensaciones son únicas e inolvidables y las vivo intensamente, como si fuera la primera vez.
– Habrá que pensar que eres un talismán: club al que vas, club que triunfa.
– Me lo tomo como un halago, gracias. Yo procuro ser positiva y realista y, eso sí, siempre me entrego al máximo. Esta es la fórmula que me funciona: estar convencida de que se puede lograr un objetivo y poner todo el empeño en conseguirlo.
– Ha sido una final igualadísima. ¿Qué pasaba por tu cabeza durante la prórroga?
– Sólo hice lo que sé hacer, sin obcecaciones. La clave creo que ha sido las ganas inmensas de ganar.
– Se rumorea que estás meditando nacionalizarte italiana para aspirar también a lo máximo en los campeonatos por países.
– Son eso, rumores. No es un pensamiento que ahora tenga en mente, pero no quiere decir que no pueda suceder. Nunca se sabe.
– Tienes dos Copas de Europa, una Copa de la Len, dos ligas italianas, dos ligas y copas españolas... ¿Hasta dónde puedes llegar?
– Tengo claro que con el Orizzonte tengo la posibilidad de llegar a lo más alto. La calidad existe y cuantos más títulos consigamos, más satisfecha y contenta estaré con mi trabajo.
– ¿Qué consejos les darías a las jugadoras que te tienen como ejemplo y quieren seguir tus pasos?
– Que no quieran conseguir las cosas de un año para el otro, lo más importante es la constancia y la paciencia. Para llegar a lo más alto hay que trabajar y por desgracia sufrir, aunque del sufrimiento se aprende muchísimo. Y luego les diría que ante todo disfruten del waterpolo.
Nosotros disfrutamos del tuyo. Suerte.

SUS CIFRAS ESTA TEMPORADA
Máxima goleadora de la final four 2008 con 8 tantos.
Quinta goleadora de la Lega, con 61 goles.
Máxima realizadora en acciones de juego, con 57 goles.

miércoles, 23 de abril de 2008

MONICA SANTOS, EL MITO DE LA WATERPOLISTA PACIENTE


Quizás ha sido el alma de las ‘chicas de oro’, aquel atinado sobrenombre con que se bautizó a un equipo o a un lustro largo de jugadoras irrepetibles. A una voluntad absoluta de triunfo que lleva seis ligas y cinco Copas de la Reina.
Alma porque siempre estuvo en el meollo. Otras jugadoras más caninas atrajeron los focos y dieron la plástica del rostro del waterpolo local. Mónica estaba en un segundo plano, en el corazón interior, palpitando en cada pase inteligente, en cada demolición defensiva. El juego de Mónica Santos ha sido un regalo semanal. Durante años esta mujer lectora de pases y de quites, intuitiva de ritmos, palanca de estrategias, ha dibujado líneas perfectas en las ondas hipnóticas del agua. Ha sido el orden y el tempo, y la memoria intacta de la ruta a seguir en la intrincada escena que es un partido de waterpolo.

La década del Sabadell
Mónica ha sido durante años el alma elegante, la inteligencia que arma el mecano que es un equipo, ese organismo complejo y complicado, esa suma de equilibrios sostenida por una vagarosa idea de unicidad. Mónica ha sido la linfa que ha vitalizado al CNS hasta ser el mejor equipo de España de esta década que ya se consume a sí misma y que lleva el nombre de Sabadell, pese a la olvidada y triste gloria en que se ha movido esta especialidad, la más laureada de una ciudad que sabía de deporte.
Pudo haberse retirado dos años antes con idéntico y callado orgullo, pero las urgencias de una sección en renovación continua prolongaron su carrera. Su sacrificio por el equipo le llevó incluso a jugar como boya, a ella, una estilista modeladora de
jugadas. El Club, falto de sus estrellas, emigradas, apagadas o desaparecidas de este mundo, echó mano de la experiencia de Mónica, que tuvo que aparecer en todos los frentes. Patxi, su ahora marido, esperó.
Su capacidad de sacrificio hizo que asumiera el descenso a los infiernos que fue perder una Liga y una Copa de la Reina en Can Llong y salir goleadas de las contiendas europeas, antes ocasiones para el prestigio. Se rompió un dedo contra las aristas marmóreas de las boyas griegas, pero ella, como la abnegada Penélope, siguió tejiendo la tela: nadie se enteró de sus noches de dolor. Y estuvo en las finales perdidas, cargando a sus espaldas el desgastado recuerdo de las chicas de oro, trabajando a la espera de que maduraran las nuevas hebras, a que regresaran los buenos tiempos, las épicas de las victorias y los títulos.

Apoteosis y fin
Al fin, la temporada pasada, el CNS recuperó el trono perdido. En la explosión de júbilo que vivió la Bombonera, al fin, Mónica lloró. Fue protagonista sin quererlo porque todas las compañeras la señalaron, dedicándole el título de Liga. Y derramó sus lágrimas porque a un tiempo vio su misión cumplida y el final de su carrera, como los héroes en una dramaturgia clásica.
Clásica, como ha llegado a ser Mónica Santos, que ahora vive ascendida y deífica en la grada de Can Llong los sábados, día de partido. Clásica y discreta, Mónica ha devenido sabia y, aunque medita el doblete de Copa y Liga que se avecina, sigue sabiendo que el waterpolo femenino es el resultado de todos los sacrificios personales.

martes, 4 de marzo de 2008

MAURO MAUGERI:«ESPAÑA MERECERIA ESTAR EN PEQUIN»


Mauro Maugeri (Acicastello, Catania, 1959) ha estado unos días de vacaciones en Barcelona, tratando de desconectar tras la altísima exigencia vivida con la preparación y la propia disputa del torneo preolímpico de Imperia.
Satisfecho por el excelente primer puesto logrado por Italia y relajado, ha hecho un hueco en sus vacaciones para responder a las preguntas de WATERPOLO FEM.
– No debe de ser fácil el papel de seleccionador nacional italiano, ¿no?
– Es agotador, porque la presión es mucha, pero al mismo tiempo es un trabajo apasionante.
– Usted parece sobrellevar muy bien esa presión. ¿Cuál es el secreto?
– No hay método. Sólo que llevo 22 años entrenando, disputando ligas y copas de Europa y la experiencia, aunque nunca te libra de la presión, ayuda. Yo respiro hondo (ríe).
– Ahora tiene una pausa.
– Tengo tres meses de tranquilidad, sí, que me servirán para programar las próximas citas: la Liga Mundial, el Europeo de Málaga y los Juegos Olímpicos.
– Supongo que el primer objetivo será revalidar el oro olímpico en Pequín.
– El Europeo, a un mes vista de los Juegos, será un excelente test para Pequín, por eso queremos hacer un buen resultado en Málaga. ¿La Liga Mundial? Yo creo que no le interesa a nadie, y menos este año.
– ¿Por qué Italia siempre rinde al cien por cien en los momentos clave?
– Yo diría que es una cuestión también de experiencia. Son jugadoras experimentadas, que saben gestionar esos momentos en los que quizás otros equipos se vienen abajo.
– ¿Como España?
– España merecería estar en Pequín. Pero tuvo un día de locura con Canadá y lo ha pagado caro. Me sabe mal, porque es un equipo que me cae simpático.
– Pero, ¿ha caído por una cuestión táctica o de carácter?
– Es una selección todavía joven. Juega muy bien con los rivales que considera asequibles pero acusa una cierta ansiedad en los partidos importantes. Tiene calidad y creo que estará en los próximos Juegos.
– “Su” Italia, por el contrario, tiene un carácter envidiable...
– Sí, tienen un espíritu muy combativo y no quieren perder nunca. Eso les hace ganar partidos ante Hungría o Rusia, que tienen jugadoras físicamente muy superiores.
– En las semifinales de Imperia le levantaron el partido a Hungría forzando una prórroga con dos goles en los últimos segundos.
– Porque las jugadoras creían en la victoria.
– ¿Qué papel desempeña la suerte en estas situaciones?
– Es necesario tener esa pizca de suerte, pero nosotras estamos preparadas siempre.
– Y usted, ¿qué cree que ha aportado al 'setterosa'?
– He procurado seguir la línea de Formiconi. Y he aportado mi rabia. El equipo es el espejo del entrenador, aunque al final son las jugadoras quienes ganan los partidos. Eso está clarísimo.
– Italia está un paso por delante en el plano táctico.
– Históricamente, así ha sido siempre. Por la razón que he apuntado antes: ante rivales de mayor envergadura, hay que prestar más atención a la estrategia. Y tengo la suerte de contar con un grupo de deportistas extraordinarias que interpretan las instrucciones a la perfección.
– ¿Piensa en Blanca Gil nacionalizada italiana y dentro de este grupo?
– No... Tampoco creo que sea posible, ¿no?
– No sería descabellado. ¿Cómo lleva el tan manido tema de la renovación de la selección?
– Italia cometió el error de no renovar el equipo en el Mundial de Montreal, donde hizo un mal resultado. Fue una oportunidad perdida. En estos dos años no se podía hacer, con unos Juegos Olímpicos a la vista. Aún así, han estado entrando jóvenes en momentos puntuales para que vayan 'respirando' la selección. La verdadera renovación vendrá tras el Mundial de Roma del año que viene.
– Pero las renovaciones suelen hacerse con los ciclos olímpicos.
– Claro, y así preveo que lo hagan Rusia, Grecia, Hungría y otras selecciones, pero nosotros no podemos presentarnos en Roma con doce caras nuevas. En cualquier caso, no será traumático aplazar un año el cambio.
– ¿Estará al frente del 'setterosa' en Roma?
– Tengo compromiso con la Federación hasta los Juegos de Pequín. Luego, toca hablar.

«NO ESTOY 'ENFERMO' DE WATERPOLO»
Mauro Maugeri es un 'viejo zorro' del waterpolo y sabe moverse a la perfección en los territorios pantanosos, cuando la presión podría ser insoportable para otros. Sabe reírse cuando le acusan de favorecer al Orizzonte («¿cómo no voy a convocar a Miceli, Bosurgi o Zanchi?», ironiza) y relativiza la trascendencia de su cargo: «Sinceramente, no me siento el 'commisario tecnico', como me llaman los medios de comunicación».
Y es que asegura que es entrenador de waterpolo «por casualidad». «No estoy 'enfermo' de waterpolo y no siempre hablo de waterpolo», señala un Maugeri que, sin embargo, presenta un palmarés que corta la respiración: ocho scudetti y cinco copas de Europa con el Orizzonte de Catania, y con la selección de Italia, como segundo o como primer entrenador, ha ganado oro en el Europeo de Liubliana'03 y plata en Belgrado'07, plata en el Mundial de Barcelona'03, Copa FINA del 2006 y Liga Mundial; bronce en la Liga Mundial de Long Beach'04 y oro en los Juegos de Atenas'04.
«¿Si pienso en volver al Orizzonte algún día? Todo es posible, aunque no por el momento», concluye.

martes, 15 de enero de 2008

PREMIO PARA TANIA DI MARIO


Insertamos la nota de prensa del Orizzonte de Catania, y que firma el entusiasta colega Giuseppe Castro, sobre la distinción recibida por la jugadora del equipo siciliano Tania di Mario, una de las estrellas indiscutibles del panorama internacional.

A TANIA DI MARIO IL CAIMANO D’ORO 2008

All’atleta dell’Orizzonte Geymonat Catania, Tania Di Mario, è stato assegnato il premio “Il caimano d’oro 2008” per la pallanuoto. L’evento svoltosi al Teatro Traiano di Civitavecchia ha visto la partecipazione anche del presidente della Federnuoto, Paolo Barelli. Nella sesta edizione del Gala degli Sport Acquatici e quinta del Caimano d'oro, Tania Di Mario è stata premiata dal sindaco di Civitavecchia Giovanni Moscherini e dal presidente della Cassa di Risparmio di Civitavecchia Massimo Ferri. Tania Di Mario, 28 anni, prodotto del vivaio romano, cresciuta nella Vis Nova, massima espressione della pallanuoto italiana, ha vinto tutto con la Nazionale e con la sua squadra di club: medaglia d’oro alle Olimpiadi di Atene 2004, ai Mondiali di Fukuoka 2001, agli Europei di Lubiana 2003 e Prato ’99 con il Setterosa; otto scudetti e cinque Coppe dei Campioni con la Geymonat Orizzonte Catania.
"E' un onore per me ricevere questo importante riconoscimento che nel passato è stato attribuito a illustri personaggi della pallanuoto mondiale come Eraldo Pizzo, Pierluigi Formiconi, Alessandro e Roberto Calcaterra - ha detto la campionessa di Atene 2004 - e il fatto di essere la prima donna a riceverlo mi rende ancora più orgogliosa. Ringrazio la società Coser e il Comune di Civitavecchia e spero che questo premio sia di buon auspicio per i successi della Nazionale in questa stagione così importante che culminerà con le Olimpiadi.Lo conserverò nella mia bacheca tra l'oro olimpico e quello mondiale".  

L'albo d'oro Gala sport acquatici
Caimano d'oro pallanuoto e nuoto
 
2003 Gianni De Magistris e Marcello Guarducci 
2004 Eraldo Pizzo e Domenico Fioravanti
2005 Pierluigi Formiconi e Bud Spencer
2006 Alfio Flores e Filippo Magnini
2007 Alessandro e Roberto Calcaterra e Damiano Lestingi
2008 Tania Di Mario e Stefano Battistelli