viernes, 27 de noviembre de 2009

LA PROPIA IDENTIDAD SIEMPRE ESTÁ MÁS ALLÁ

Dicen los aventureros que sólo hay dos tipos de viaje dependiendo de la idea con que se emprende: el que se inicia teniendo en cuenta el regreso y el que no tiene otro fin que seguir siempre más allá.
Javier Reverte, uno de los viajeros actuales más interesantes por su faceta literaria, clasifica a Ulises en la primera categoría porque, a pesar de vagar durante diez años después de conquistar Troya y antes de conseguir volver a Ítaca, el suyo fue un viaje circular: su único fin era el del regreso.
(Eso, y aquí abro un paréntesis, a pesar de que otros estudiosos y literatos, como Kazantzakis, estén convencidos de que Ulises-Odiseo -al parecer la Odisea amalgamó dos historias populares, la de Odiseo y la de Ulises, uno el viajero, el artero rey guerrero el otro- encarna el arquetipo masculino zarandeado por su contradicción entre su deseo profundo de aventuras y su responsabilidad paternofilial como esposo y padre).
La segunda categoría de viaje, la del perpetuo avance sin mirar atrás, a la búsqueda de la propia identidad por medio del desarraigo, estaría representado por nuestro héroe Alejandro Magno. Salió de Macedonia en pos de su destino formidable y glorioso y no regresó jamás. Su divisa fue la de ir más allá, siempre más al Este. Siete años guiado por su ambición, deseoso de conocer, de saber qué había más allá de un macizo montañoso, al otro lado de un caudaloso río, en aquel horizonte mítico que llamaban la India.
Nuestro Sabadell Astralpool va a cumplir nueve años buscándose a sí mismo, labrándose una identidad a medida que recorre el camino europeo, al modo tan conocido y tópico ya de Constantino Cavafis y su camino a Ítaca.
Alejandro se fue transformando durante el tiempo que duró su extraordinaria campaña militar, pasando de liderar una campaña vengativa contra el medo a intuir la idea de construir un imperio multicultural, un mundo sin fronteras en el que lo heleno fuera el substrato en el que se apoyara y mezclara lo babilonio, lo persa, lo egipcio, lo bactriano, lo sogdiano, lo indio, lo árabe... Su ejército, que ya había asimilado tropas de sus primitivos enemigos mortales ilirios o tracios, a partir de la conquista de Babilonia y Susa, integró a miles de soldados persas. Él mismo solía aparecer en las grandes ocasiones con los atuendos de los reyes babilonios y tocado con los cuernos de carnero del dios egipcio Amón. Se fue transformando de joven rey de un pequeño territorio marginal hasta devenir un dios.
Nadie puede saber hacia dónde se dirige el Sabadell Astralpool y cómo cambiará su identidad original. Salió hace nueve años como un ambicioso equipo de Club, ahora integra en sus filas jugadoras exmediterranistas, holandesas, una americana... Nadie, decimos, puede saber qué tiempos se le abrirán ni qué huella dejará en Sabadell y en el waterpolo nacional. Este viaje no tiene previsto un repliegue. Alejandro dio media vuelta obligado por el cansancio de la tropa, por las durísimas condiciones de ese avance sin fin, por una victoria costosísima ante el ejército y los elefantes del rey Poro. Todo eso podemos vislumbrarlo, interpretarlo más o menos ahora: crisis económica, falta de patrocinadores, ausencia de directivos con miras más audaces, poderío de rivales europeos... Pero el viaje continúa y estamos escribiendo la crónica, asombrándonos y estremeciéndonos, y subrayando la cita de Aristóteles, tutor de Alejandro, que recoge Javier Reverte en Corazón de Ulises y en la que anima al hombre a superar las limitaciones de su condición mortal:
"Quien se sienta impregnado de la propia estimación preferirá vivir brevemente en el más alto goce que una larga existencia en indolente reposo; preferirá vivir un año sólo por un fin noble que una larga vida por nada; preferirá cumplir una sola acción grande y magnífica más que una serie de pequeñeces insignificantes".

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