jueves, 28 de abril de 2011

LAS DECLARACIONES DE FORMICONI... UNA HUMILDE RESPUESTA


Me encontré con el Orizzonte de Catania en la segunda fase de la Copa de Europa disputada en la localidad holandesa de Ede en febrero de 2005. Entonces, el equipo siciliano atesoraba ya cinco títulos continentales, caminaba imparable a por el sexto, y era una absoluta delicia verlo jugar.
En plenitud de su madurez, estaban en su plantilla la mítica portera Conti (cuya ausencia lleva arrastrando años y años el Orizzonte), Di Mario, Bosurgi, Villa, Miceli, Musumeci, Malato... Aplicaban un waterpolo al límite, pues la escuela italiana, forjada en una liga con un único árbitro por partido, siempre ha coqueteado con la antideportividad, pero se les perdonaba por la inteligencia del juego y por la calidad técnica.
Además, en su banquillo mandaba Mauro Maugeri, al que también echan todavía de menos en el club de Nello Russo, ¡y cuánto!. Maugeri, un sabio del waterpolo y de la gestión de grupos, dirigía al equipo y le sabía exprimir las mejores cualidades. No por casualidad está triunfando como seleccionador holandés.

El Sabadell perdió en aquel primer enfrentamiento, en Ede, por 10-8 si mal no recuerdo. Fue un choque emocionante resuelto solo en el último cuarto, pero en ningún momento resultó bronco. Hubo felicitaciones mutuas al término del mismo y sincera camaradería. Era un honor haber competido con ellas e incluso escribí una crónica para la entonces mejor página italiana, waterpolonline, alabando la clase de aquel superequipo y especialmente de Tania di Mario.
Está claro que era otro Orizzonte, el auténtico Orizzonte que había forjado esa aureola de respeto y admiración en media Europa. Mucho han cambiado las cosas.

En la final de la Copa de Europa de Can Llong, ese mito deportivo se me rompió en mil pedazos. Y me duele. Intuyo que se esconden fuertes corrientes subterráneas en esa sociedad que patronea eficazmente mi amigo Giuseppe La Delfa, fuertes personalidades enquistadas, demasiado oro antiguo y elementos que solo ellos sabrán.
Porque no tienen justificación ni el lamentable espectáculo en el agua, con marrullerías y agresiones tan sucias como gratuitas, ni esas declaraciones PÚBLICAS de un Pierluigi Formiconi a quien uno le presuponía por encima de las urgencias de los resultados. Sobre todo en frío, cuatro días después de la final perdida.
Leerle las excusas en NOTA DE PRENSA OFICIAL DEL CLUB me da la razón a ese despropósito en la piscina. Se queja del arbitraje que, yo le recuerdo, consintió a Di Mario, Miceli, Radicchi, Aiello o Garibotti 'trincar' continuamente y por sistema con el tiempo detenido por falta, o que no expulsó por violencia a la propia Garibotti, destacada por olvidarse del juego para sacudir a la sabadellense a quien debía cubrir y que metía el gol...
¿Por qué no habla de esto Formiconi? ¿Por qué no entiende Formiconi que si tus jugadoras 'pasan' de las órdenes del árbitro para que dejen de molestar a la rival que va a tirar un penalti pueden ponerse en contra al colegiado? ¿No es evidente hasta para un lego en waterpolo? Radicchi fue expulsada por tocar con el pie la mano de Pareja cuando iba a tirar la pena máxima. Una conducta tan descaradamente antideportiva, ¿no debe ser castigada? Menos mal que existe el vídeo.

Queda claro que el entrenador del Orizzonte está siendo cuestionado desde dentro y que se trata de defenderse. Pero, igual que con la táctica defensiva aplicada en la final, lo está haciendo mal, muy mal. Y, lo siento, pero no admito que cuestione al Sabadell y a su hermosa victoria, basada en la velocidad, el ritmo físico y la frescura del juego.
Las jugadoras sicilianas se desquiciaron por impotencia. Y Formiconi lo sabe. Intentaron echar desde el inicio a Maica García (¡castigada con dos exclusiones dobles jugando en ataque!) y quisieron provocar a Jenny Pareja, pero cayeron por goleada, con un parcial de 8-1, porque no defendieron. Simple y llanamente, no supieron defender.
Protesta Formiconi por las 17 exclusiones, y mete en el saco esas dos citadas que son dobles, otra de Di Mario por desplazar con descaro la pelota y otras dos que corresponden a la citada e imperdonable expulsión de la portera y a la definitiva de Radicchi por estorbar el lanzamiento del penalti, sin contar otra por agarrar directamente del nudo del gorro de una contraria. Así que, realmente, tenemos diez exclusiones que admiten interpretación, pero que suman una cifra muy inferior a la que cosechan habitualmente Maica, Jenny, Pili y compañía en cualquier partido, incluso internacional.

Me temo que Ricciardi será la cabeza de turco, pero en mi humilde oponión no se puede salir a defender un partido de final four levantando el bracito sin moverse, como si la zona funcionara por magia o a base de miradas del tigre. Y cayeron estrepitosamente porque la diferencia en forma física era abismal. Abismal. Ya en semifinales el Olympiacos les remontó con un 1-6 en el último cuarto. Solo el penalti regalado y la clamorosa expulsión perdonada a Garibotti al final de la prórroga les dieron el billete para la final. Y, anteriormente, pudieron eliminar al Vouliagmeni porque no jugó Patricia del Soto en el partido de vuelta. No, este Orizzonte no se aguanta.

Los dioses ciegan a los que quieren perder, decían los griegos antiguos. Por eso Formiconi dice lo que dice. Lleva toda la competición de la Champions largando excusas, desde la derrota en Catania ante el Sabadell y el flojísimo partido con el Bochum. También lo hizo hace dos años, cuando empató en Can Llong. ¿Le servirá mucho tiempo más?
Es muy triste ver al representante de esa entidad mostrándose tan poco deportivo. Como lo es comprobar que, literalmente, se ignoran las dos derrotas ante el Sabadell en su página web. Todos los partidos tienen su crónica, menos esos dos choques europeos. Son síntomas, seguramente, de la manera de estar y de jugar que vimos 1.500 personas en directo en Can Llong. Y solo deseo que el Orizzonte retome la senda que le hizo ser modelo no hace tantos años. Por su espléndido pasado y por su propio futuro.
Forza Orizzonte!

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