martes, 13 de mayo de 2008

ES HORA DE DAR EL SALTO


Hay un estrafalario genial, dicho lo de estrafalario con toda la admiración del mundo, que en uno de sus libros llenos de luz, y referido a empresarios audaces, tiene escrito que a menudo el mayor valor económico reside en intangibles tales como la marca o el valor añadido.
«Gran parte de la realidad –afirma Eduardo Punset en 'Adaptarse a la marea'– no la podemos percibir a simple vista. Y en el Universo, en la evolución y en los negocios, la realidad invisible no sólo es mucho mayor que la visible, sino también la más importante».

¿Por qué cito a un reconocido científico y experto consultor internacional? Para cargarme de razón cuando pido, una vez más en los últimos cuatro años, a los directivos del Club Natació Sabadell que sean audaces, que no limiten al waterpolo femenino y que lo conviertan en el intangible que concede esplendor a la entidad.
Se van dando pasos, se me replica, y es cierto. Pero pasitos temerosos, quedos, migajas. Un paseo corto por el pequeño jardín particular. Y este equipo, que acaba de conseguir el doblete, que suma siete ligas nacionales en los últimos nueve años, está pidiendo a gritos un proyecto grande, una aventura europea.
Todo evoluciona y todo avanza. En el 2004, con Patricia Del Soto, Mercè Vallès, Blanca Gil, Sara Domínguez, Cris López y compañía, se hizo un tercer puesto en una final four de Copa Len. Desde entonces, el Sabadell ha ido perdiendo comba en Europa. En el 2005, todavía se podía perder de una diferencia de dos goles con el Orizzonte de Catania, el campeón de Europa; ahora las sicilianas golean a las sabadellenses. Todo avanza, menos el Club Natació, que prefiere 'conservar'.

La historia premia a los audaces, a los imaginativos, a los que se esfuerzan en pos del éxito con la innovación. Conservar, en deporte y en cualquier campo competitivo, supone retroceder. A los dirigentes del waterpolo femenino del Club Natació Sabadell les basta con ir ganando en el pequeño jardín cotidiano. Y se resignan a que sus mejores elementos acaben por marcharse, por irse en pos de esa ilusión que el jardincito ya no les procura: conservar es retroceder.
Todos los años cantan las alabanzas a este equipo, a unas deportistas que se merecen apostar por ellas, y se les concede 20, 30 o 50 euros más de prima al mes. Es la respuesta del cicatero, del gestor miope, del dirigente torpe. Del que no es capaz de manejar los intangibles porque ni siquiera sabe que existen, pues sólo ve gasto/ingreso, como un contable.
Luego, llegará la historia y sus nombres serán colocados en el platillo de los que dilapidaron el auténtico patrimonio de una entidad deportiva, el valor añadido de la ilusión por vivir la aventura de los mejores. Porque, no nos engañemos, la propia fundación del Club Natació Sabadell obedece a este espíritu; si aquellos pioneros con Joan Valls a la cabeza se hubiesen puesto a contar, si hubiese habido un 'conservador', el Club no existiría: no salía a cuenta.

Y hay que denunciarlo. Hay que señalar esta política gestora patán y cicatera. Se había argumentado siempre que sin patrocinador no se podía plantear un proyecto semiprofesional. Ahora lo hay, y por partida doble (LG y Astralpool), que aportan, según datos oficiosos, 50 mil euros. Y eso sin contar la subvención que concede la Generalitat por participar en competiciones internacionales. Uno no es un experto en números, pero esas cantidades sumadas al presupuesto ordinario, dan para empezar a construir un buen proyecto.
Pero en el Club funciona la contabilidad de los vasos comunicantes, estrategia según la cual todo extra que ingresa una sección pasa a cubrir los huecos de otras partidas. Así que no faltan quienes aseguran que el waterpolo femenino, esta temporada, prácticamente ha salido a 'coste cero'. Sin duda, una exageración, una caricatura, pero, como sucede con toda caricatura, expresa casi mejor que el original una realidad. El 'bueno, bonito y barato' se está aplicando injustamente al equipo señero de la entidad y de la ciudad.

En 365 días, la jugadora franquicia del Sabadell, la estratosférica Maica García, termina contrato. ¿Alguien duda todavía a estas alturas que volará a la liga italiana o a los Estados Unidos? ¿Es ley de vida? ¿Hay que resignarse?
Uno está convencido de que se puede luchar por ella. Al menos hay que intentar ofrecer mayores ilusiones, objetivos ambiciosos a un nivel más alto, facilidades de formación académica, remuneración, generar ideas y fórmulas que ni se pueden imaginar ahora. Hace sólo una década, hablar de competición europea femenina en el Club era ciencia ficción. El futuro sólo sorprende a los incautos y a los pesimistas.
Dentro de 365 días, otras jugadoras importantes del equipo se replantearán su futuro inmediato. No es difícil intuir los nombres. ¿Les cogerá desprevenidos y resignados a los dirigentes del Club Natació Sabadell?

«La neurociencia ha señalado con tanto empeño la existencia primordial de las emociones en el funcionamiento integrado del cerebro, que la fórmula del éxito tiene forzosamente que empezar por ahí (...) Si no hay emoción, no es que se tengan menos posibilidades de éxito. Es que no hay ninguna» (E.Punset, Adaptarse a la marea).
Generar ilusión, derogar la inercia, apuntar alto. El Sabadell llegó a la cúspide del waterpolo nacional femenino en el año 2000 a partir de dos factores: la eclosión de una generación de valores de la cantera y la llegada de jugadoras jóvenes de gran calidad.
En el primer grupo estaban las Mercè Vallès, Mónica Santos, Mercedes López, Samantha Miquel o Carlota Trias, cuidadas primero por el empeño personal de Miquel Martínez y pulidas luego por David Vidal, con una tremenda ambición y ganas de progresar. En el segundo grupo, habría que citar a las Patricia del Soto, Blanca Gil o Sara Domínguez, y posteriormente Cristina López o Jennifer Pareja. También se debe reconocer la labor clave de las veteranas Sara Hidalgo, Blanca Yubero, Isabel Bonet o Montse Casanovas.

Esta confluencia de ilusiones acabó por derribar el mito del Mediterrani, ocupando su lugar el CNS. Fue difícil llegar, pero más difícil sería mantenerse. La llegada paulatina de jugadoras de selección garantizó la consolidación: el Sabadell era el equipo de la ilusión, del futuro, frente a un Mediterrani en declive. Sin querer, el Sabadell se vio beneficiado, además, por la concentración de la selección en el CAR de Sant Cugat, a un paso de Can Llong. Sin pretenderlo, la directiva del CNS se encontró con un súperequipo.
Así que el equipo sabadellense fue sumando éxitos gratuitamente. Sin inversiones ni proyectos especiales. Surgió fruto de unos pocos empeños personales, a menudo incomprendidos, y de una feliz casualidad. Por eso el Club nunca ha sabido muy bien cómo manejar este tesoro inesperado, el premio gordo de una lotería deportiva.

En el equilibrio inestable de esta realidad, tal y como acertadamente definió en su día el equipo femenino del Club el entrenador Xavier Balaguer, la directiva de Carles Ruiz con el delfín Claudi Martí como brazo ejecutor ha ido colocando sucesivas calzas para que no se derrumbe. Año tras año, con el goteo de retiradas o exilios al waterpolo extranjero, se han ido improvisando cuñas, sin molestarse en diseñar un proyecto de futuro que quizás habría requerido 'gastos extras'.
Ahora, cuando se celebra la séptima liga y la quinta Copa de la Reina, no hay que limitarse a repartirse incienso y parabienes: en 365 días todo puede cambiar. Es el momento de programar y de apostar de verdad por dotar a este equipo de gran nivel de los recursos necesarios para que sea de primer nivel europeo. Es el momento de ponerse manos a la obra, de responder de una vez a la demanda, de generar nuevas ilusiones y objetivos.
Todas las ideas deben ser escuchadas, todas las iniciativas de participación consideradas. Desde este humilde espacio, te invito a formular las tuyas.

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