lunes, 1 de febrero de 2010

LAS 25 RAZONES QUE ME HACEN SABER QUE EL ASTRALPOOL GANARÁ EN ATENAS (VI)


SEXTO ARGUMENTO:
CUESTIÓN DE GÓNADAS

Cuenta el médico sabadellense Tomás Pinós en su divertidísimo 'Hazañas médicas' (Ed.Planeta) la historia del pintoresco galeno Brown-Séquard (1817-1894), alias doctor Frankenstein, que en su senectud y hasta los 77 años se inyectó extractos de testículos de cobayas para combatir los efectos de la senilidad. Pese a ser un respetado miembro de la Sociedad Médica de París, ninguno de sus colegas hizo el menor caso a sus experimentos y logros en su propio organismo. Simplemente, se pasó por encima de sus explicaciones o bien se burlaron de él, apuntando que el viejo profesor sin duda chocheaba.
Y eso que Brown-Séquard detalló elocuentemente su mejoría: había recuperado las fuerzas de antaño, levantaba pesos, no se fatigaba trabajando... Todo desde que se aplicaba las inyecciones. Era inútil: sus colegas no aceptaban ni siquiera la posibilidad de que aquel grotesco preparado fuese un 'elixir de la juventud'. Faltaban aún unos cuantos años para que la endocrinología diera sus primeros pasos.
Como a tantos otros pioneros, lo novedoso de sus ideas y descubrimientos le pasó factura social. Pinós describe esta situación de eliminación de la novedad de forma elocuente: "En definitiva, surgieron las tres objeciones de rigor: primero, es nuevo y por lo tanto equivocado; segundo, puede ser cierto pero no es nuevo; tercero, puede ser nuevo y cierto, pero no tiene interés".
Lo mismo le sucede al Sabadell Astralpool en esta eliminatoria de Copa de Europa. Uno puede escribir una y mil veces que está más que vivo, que he visto el partido en Can Llong y que, en determinadas condiciones psicológicas que pueden darse perfectamente en Atenas, superará al Olympiakos. Pero la esclerosis mental de muchos hace que se impongan las 'tres objeciones de rigor': nunca ha pasado antes que un equipo español gane en Grecia, y si sucede, será por deméritos del Olympiakos, y si el Sabadell pasa a la final four no será para tanto.
En 1934, un químico holandés, Ernest Laqueur, conseguía sintetizar, a partir de testículos de toro, la testosterona, la hormona sexual masculina, un poderoso atenuador de la senectud y que, años después, se utilizaría para el dopaje. El pintoresco Brown-Séquard tenía razón.
Por eso, yo sí sé que el Astralpool ganará en Atenas.

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